Partido de 14 años
Artículo de opinión de Alex Salebe
Por Alex Salebe
Después de intensos momentos de alegría, pasar nervios y explotar de júbilo con el pitido del árbitro que puso fin a la angustia de los 97 minutos de fútbol que duró el partido decisivo del playoff de ascenso de dos encuentros, que permitió al equipo Juvenil del Club Unión Sur Yaiza dar el salto de la Liga Juvenil Preferente de Lanzarote a competir la próxima temporada en la Liga Juvenil Interinsular de Las Palmas, llegó ya en la penumbra, con el apagado de la iluminación de la Ciudad Deportiva Lanzarote, el primer flashback de emociones y aprendizaje de mi familia y la retrospectiva de vida de otros familiares de jugadores juveniles que terminaron ese día histórico su ciclo de tres temporadas en la categoría.
“El que gana es el que goza”, decía un veterano narrador de béisbol del Caribe, también conocido por su célebre: “el palo ablanda”, sentencias duras de la ‘pelota caliente’ aplicables a otros deportes. Nuestros chicos, ahora con nuevas ilusiones en los estudios universitarios o de ciclo superior o directamente con aspiraciones en el mercado laboral, dejan el fútbol de competencia con 17 y 18 años de edad.
Se van por la puerta grande con más de 10 años de trayectoria en el Club, redondeando una temporada de Liga espectacular, sin perder un solo partido en casa, y ganando con personalidad las dos eliminatorias de cara al ascenso, la primera con dos victorias ante el Club Deportivo Tahíche, y la segunda y definitiva, frente al Club Deportivo Orientación Marítima, saldada con un empate sin goles en Yaiza y el 1 - 3 que apagó los focos en la capital Arrecife.
Es una pena que el deporte universitario no tengan en España el nivel organizativo, competitivo y divulgativo que tiene en Estados Unidos o incluso en países menos desarrollados donde la institución universitaria también es una plataforma de lanzamiento de atletas. El estudio y el deporte deberían estar mucho más vinculados porque afortunadamente ya pasó a mejor vida esa absurda opinión que el deporte era el entretenimiento de los vagos. Ya no sorprende que un hombre o una mujer médico, maestro, ingeniero, abogado o formado (a) en cualquier área del saber entrene y compita en deportes individuales o colectivos. Supone un sacrificio mucho mayor, pero está visto que el objetivo es alcanzable.
Mi hijo entró a formar parte del US Yaiza con cuatro añitos de edad, su pantalón corto era una extensión de las medias o viceversa, hoy tiene 1,83 metros de estatura y me toca hablarle mirando hacia arriba. El debut de Mateo en categoría prebanjamín, pasando por todos los niveles del fútbol base, el fútbol formativo, benjamín, alevín, infantil y cadete, hasta su último partido como juvenil del pasado martes 28 de junio de 2022, se traduce en la suma de 14 años de emociones y de mucho aprendizaje, para él y para nosotros como padres, un riquísimo e inolvidable recorrido en la adquisición de conocimientos y acumulación de experiencias que quedan para siempre.
Lo hemos hablado entre madres y padres, cómo el deporte ha favorecido efectivamente el desarrollo personal e interacción social de los chicos y de nosotros como padres, cómo ha sido decisivo en el refuerzo de valores como la disciplina, la igualdad, el respeto a otras culturas y costumbres o el trabajo en equipo, y en estos últimos años, todo hay que decirlo, la merma que ha supuesto para las horas que dedican al teléfono móvil y los videojuegos.
Extraordinariamente productivos días y días de entrenamientos, de excursiones por campos cercanos y lejanos, de levantarse pronto un día de descanso o de acostarse muy tarde tras una jornada dura de estudio. Allí estuvimos también madres y padres, abuelos, tíos o tutores ejerciendo tantísimos años de taxistas, de afición, de psicólogos, de recogepelotas, de fotógrafos, de speaker o de lo que hiciera falta para que el equipo se sintiera mejor y más arropado. No fueron pocos los veranos y con altas temperaturas que estos “cabrones” también nos hicieron llevarlos a los campos a entrenar – divertirse.
Tuvimos muy claro que el deporte es ante todo un vehículo que ayuda a la práctica de hábitos saludables y al desarrollo físico y mental de los jóvenes, que además conlleva a la disposición de ánimo para todas las actividades de la vida, así que más que el punto culminante y el dulce momento del ascenso, todos ganamos en convivencia. El partido de la vida sigue y solo esperamos que vengan más victorias que decepciones. ¡Felicidades chicos!