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El bufandismo golea al periodismo

Artículo de opinión firmado por Alex Salebe

Mi opción preferida de audio en la tele para ver partidos de fútbol es justamente no tener audio. Entre que hay narradores y comentaristas obstinados en teorizar sobre el deporte a una elevación sublime, extraordinaria, lanzando mensajes incomprensibles y absurdos para que los telespectadores no entendamos, ¿será que piensan que así creemos que saben mucho más?; y “profesionales” que dejan el código deontológico en el banquillo y sacan la bufanda de titular a pasear por los medios de comunicación, pues a veces elijo el silencio total.

En todas partes cuecen habas. Como anécdota, el pasado mes de junio, viendo un partido de Colombia en la Copa América, va y suelta uno de los eruditos del canal RCN que “los laterales de la Selección son asimétricos”. Pregunté entonces a un matemático conocido que calculara el coeficiente de asimetría para intentar aproximarme a lo que quiso decir este versado.

Nada más empezar la Liga española, y un día después del empate a un gol en el partido Mallorca - Madrid, donde Kylian Mbappé tuvo un discreto debut, el presentador de deportes de informativos Telecinco tilda de “leyenda” al recién incorporado jugador del Real Madrid. Con un solo partido en las filas blancas ya es “leyenda”: “persona o cosa muy admiradas y que se recuerdan a pesar del paso del tiempo”, apunta la RAE.

Este tipo de estupideces frecuentes en los medios solo se entienden por bufandismo extremo, incapacidad, falta de criterio, la obtención de algún beneficio por parte del amo supremo o miedo a que el amo supremo ordene el despido a quien no se apunte al servilismo. El veterano periodista deportivo Santiago Segurola afirmó sin pelos en la lengua que “una parte del periodismo parece que trabaja más para Florentino Pérez (presidente del Real Madrid) que para el periodismo”.

Si seguimos transmisiones deportivas de fútbol, automovilismo o ciclismo, cada vez hay más exdeportistas que ejercen de comentaristas. Aparte de la experiencia propia, los conocimientos técnicos y facilidad de comunicación que ostentan, lo hacen con más criterio y mayor rigor que muchos periodistas. Daba gusto escuchar en las transmisiones de fútbol las opiniones del malogrado exfutbolista británico Michael Robinson, como continuamos aprendiendo en las transmisiones de Fórmula 1 con los comentarios del expiloto Pedro Martínez de la Rosa o en las de ciclismo en ruta con Pedro ‘Perico’ Delgado. En fútbol me sorprende gratamente el contenido de los comentarios y sentido de la comunicación que está desarrollando el exfutbolista Alberto Edjogo, para citar gente más joven.

Y de los mal llamados programas de tertulias deportivas, peor que peor. Son shows bufandistas de insultos e imposición de supuestas verdades absolutas donde priman los gritos mientras echamos en falta la argumentación coherente en un escenario natural de disparidad de opiniones que extraña el debate de altura. Más que tertulianos, parecen fanfarrones de la información a sueldo de los intereses del magnate de turno.

Las plataformas digitales y redes sociales van a toda prisa, pero publicar informaciones a toda prisa tampoco garantiza calidad informativa. El empeño en la inmediatez, la “exclusiva”, sin contrastar, es otra pata que desacredita la profesión, como también desprestigia la especulación para llenar páginas de diarios y horas de radio y televisión. Según la prensa deportiva, ¿cuántos fichajes estaban a punto cerrar los grandes clubes de fútbol en el mercado de verano? Según ella, por montones, solo para vender humo - diarios.

Otro hecho que cansa en España, como bien lo describe el analista Marco González Pousada, es el “bipartidismo” Real Madrid y Fútbol Club Barcelona, poca cosa se habla de lo que no gire alrededor de estos dos clubes. Allí está concentrado el poder y los millones que lo mueven todo y eso condiciona que tengamos poco acceso a otro tipo de información deportiva.
González Pausada añade: “los medios pasaron a ser aparatos de propaganda que defendían los intereses de su equipo a toda costa, tratando de ultrajar o debilitar los del equipo contrario. Se comenzó a hacer un negocio con los sentimientos de los aficionados, cada vez más forofos y exaltados. Portadas sensacionalistas en favor de unos y en contra de otros, tiras cómicas y humor fácil”.

Hay una crisis preocupante en el periodismo deportivo, pero también hay gente muy valiosa que hace su trabajo de forma muy profesional, equivocándose como nos equivocamos todos, pero sin caer en el nivel de pobreza que te empuja a no ver ni escuchar. Me gustaría que en España los jóvenes periodistas se vieran más en el espejo de un Santiago Segurola, Mónica Marchante, muy hábil además en las entrevistas, o Ramón Besa, que ya avisó que “seguramente los cronistas deportivos vamos a pasar a mejor vida”, en vez de mirarse en el espejo de payasetes mercenarios que ultrajan la profesión.

 

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